ISOBA,
Ayuntamiento de Puebla de Lillo (León)
EL ENTORNO FÍSICO. La pequeña aldea de ISOBA se halla situada en un apacible valle por el que discurre el río San Isidro que baja del puerto de su nombre. Situada a 1.380 metros de altitud, confina al norte con el concejo asturiano de Caso y al poniente con el de Aller, al oriente con término de Cofiñal y al mediodía con el de Puebla de Lillo.
En el nomenclátor estadístico actual figura con categoría de aldea aunque en el catastro de la Ensenada se relaciona como lugar. Hay quien tiene a este riachuelo San Isidro como originario del Porma. Desde el pueblo de Isoba hasta el puerto de San Isidro hay un buen trecho por excelente carretera, unos cuatro kilómetros, como corresponde a la atracción del complejo turístico invernal de estación de esquí y goce de la nieve.
En el entorno físico de Isoba se localizan hacia el norte los términos de Pinzón, los Hazas, La Picota de los Hazas, los Famas, el Collado y Carba de las Agujas, la Callada Bozal y el Pico Valmartín. Al occidente queda el amplio puerto de San Isidro y al mediodía la sierra de Sentiles, el Ausente, Fonfría y Vegafonda.
Ya describe Madoz en 1845 a Isoba con cielo nebuloso y frío pero de clima sano y regulares aguas potables, terreno bastante igual en el valle de manera que caminando a Felechosa hay muy poco que subir hasta la línea divisoria con Asturias, que dista una hora de camino. El terreno lo califica como estéril y cubierto de nieve la mayor parte del año.
Muy cerca de la aldea se encuentra el valle de los Hazas con su riachuelo que engrosa al de San Isidro. Los Hazas es una dilatada pradería con senda para un todo terreno que llega hasta la Peña del Viento como límite con Asturias. A mitad de camino se encuentra la Laguna Negra o Laguna de los Hazas, con el monte de los Hazas.
En época antigua recibían el nombre de hazas las fajas o porciones de terreno cultivable para centeno; también los haces de centeno o de leña son fejes de ramas y en el caso del heno un brazado de centeno o trigo, algo mayor que una gavilla se le llama haz. En época medieval los hazas eran escuadrones de caballería en el combate. Mitológicamente los hazas eran 38 divinidades que custodiaban al dios Odín, casado con que trazó el puente de siete colores o arco iris, cuyo culto germánico personificado en Tharanis, Tarna, Torío, estaba muy extendido en la tierra leonesa. Los hazas eran tan listos y agudos que nada se escapaba a su observación, pues se dice de ellos que veían y oían crecer la hierba en el campo y la lana en el lomo de las ovejas. Su culto estaba relacionado con los druidas, con el dios Pan, con la agricultura. Todo se concatena aquí en este hermoso enclave del valle de los Hazas de Isoba, donde la excursión es un deleite en un día veraniego soleado y azotado por la brisa de la Peña del Viento.
Los LAGOS DE ISOBA: Dos lagos más embellecen el entorno de Isoba, el Presente y el Ausente, ambos de origen glaciar. El primero de ellos se encuentra cercano a la aldea, al lado de la carretera. Es un lago pequeño, de unos cuatrocientos metros de perímetro y unos cinco metros de profundidad donde en la campiña que lo circunda ramonean los caballos salvajes asturcones. En sus azuladas aguas crecen las juncias y algas y asoman las cabecitas de las pollas acuáticas; albergan truchas que no son luchadoras contra corriente como las de río y presentan una cabeza desmesuradamente grande.
Como todo lago de montaña está poblado de leyendas, como la del peregrino al Salvador ovetense que sediento y sudoroso imploraba agua de casa en casa, que sistemáticamente le era negada y solo correspondido en la casa rectoral. Entonces lanzó su proclama vengativa y maldijo al poblado con la airada expresión de «¡húndase Isoba menos la casa del cura y la de la pecadora! ». Las torrenteras comenzaron a manar agua hasta anegar el pueblo excepto las dos viviendas que se excluyeron en la maldición, en castigo por la falta de caridad. Es leyenda muy socorrida en el reino como la del lago de Sanabria que relata Unamuno en «San Manuel Bueno mártir» y la del lago de Carucedo del Bierzo.
Quizá se fundamenta la leyenda en que el primitivo poblado romano se asentaba a orillas de este lago, donde se encontró una lauda sepulcral con caracteres latinos: «MANIBUS AMNIS DOMICIANUSFILIUS FLAVI ARMIGER ROMANVSHIC SEPULTUSEST». Otra leyenda se refiere a la guapa moza del lugar que venía montada en el carro de vacas y se espantaron acuciadas por las moscas de verano sumergiéndose en las aguas. Al cabo de años apareció la mano de la labradora en Fontanamosa derramando las sartas del collar sobre el césped.
Frente a este lago, monte arriba, se halla el otro del Ausente, más grande, más profundo, más azulado, de purísimas aguas filtradas entre la arena de la concavidad de la sierra de Sentiles. Las gentes dicen que este lago brama con fuerte oleaje y predice el tiempo revuelto. El acceso al lago Ausente se realiza subiendo en coche hasta la estación invernal, y se asciende por una carretera empinada un kilómetro, se deja el coche en el alto de la loma y caminando otro par de kilómetros abocamos a este bellísimo remanso de agua desde el que se contempla toda la reserva del ecosistema de Mampodre. Allí vienen a abrevar los rebecos como únicos señores de la montaña bravía. Las aguas de estos lagos dan origen al abundante manantial de Fontanamosa o Fuente Hermosa, una de las originarias del río Porma.
EL NOMBRE DE ISOBA. Se conoció con diversas acepciones: Isoa, Isoda, Isoida, Isoba. Posiblemente sea originario del celta-vasco por su propia situación geográfica.
En vasco se dice «isolatu», aislamiento, «isolamendu», monte aislado, «isola», la cabaña, y son conceptos derivados de «soil» que significa solo, calvo. También como lugar frío tiene que ver con «izotz» que quiere decir hielo, escarcha y por su fitotopónimo «isaba» significando juncal, bajo el retamal.
En la Edad Media debió ser una majada pastoril y en 1.240 Doña María Núñez de Guzmán, entre las donaciones que hizo de 38 pueblos a Santa María de Otero de la Orden de las monjas cirtercienses de San Bernardo figura el pueblo de Isoba.
Mantuvieron pleitos contra la condesa de Bornos y el conde de Guevara por el puerto de San Isidro y aunque lo perdieron, más tarde lo rescataron.
Entre Isoba y el puerto quedaba y queda una vieja casería, hoy tiene buena construcción, que se ofrecía como venta y posada a los caminantes. Hoy dispone de una cantina que sirve comidas y viven un par de familias. Se llama la casería de San Isidro.
De siempre se tuvo esta casería de San Isidro como alberguería con hospital pero el dueño del restaurante los Rebecos de Isoba, don Carlos Rodríguez, nos indicó que el hospital de San Isidro no se hallaba en esta casería sino más lejano, en el camino que bifurca hacia el concejo de Caso.
Para afianzamos en su tesis nos invitó a comprobarlo sobre las ruinas aún existentes. Efectivamente, en el «todo terreno» de un amigo suyo que pasa amplias temporadas en Isoba, el astur tramontana de Moreda de Aller, don José Ramón Rodríguez, nos desplazamos al paraje indicado. En el trayecto nos relataba don Carlos el mesonero cómo iban ellos en su infancia al pinar de Lillo a recoger teas para alumbrarse en las casas durante las noches invernales.
Poco más allá de la casería nace un camino que asciende por el piornal, de tal forma que el camino real por el puerto de San Isidro se dirige al concejo de Aller pero este otro camino tortuoso baja luego por un valle hacia el concejo de Campo de Caso. Como a un kilómetro de la bifurcación se encuentran las ruinas de la ermita y hospital de San Isidro. No es mucho lo que se puede intuir por las ruinas existentes, pero aún se aprecian los restos de la bóveda románica de la ermita y las construcciones anejas donde se colige la existencia del horno para cocer el pan.
Esta ermita con su hospital de peregrinos al Salvador ovetense y viandantes fueron fundados y erigidos por los monjes benedictinos de Parameno y en ese mismo año de 1.118, Doña Urraca se expresa en el documento n.O 900 del archivo de la catedral sobre este hospital que los monjes de Parameno fundaron en el puerto de San Isidro para acoger peregrinos, y alaba la mucha caridad con que lo hicieron porque se morían de frío los caminantes. Si durante siglos el mencionado hospital perteneció a los monjes de Parameno o Pardomino, en 1752 pertenecía a la iglesia de Puebla de Lillo, desapareciendo en el siglo pasado. Este hospital se denominaba del Santo Sepulcro.
ISOBA EN EL CATASTRO DE LA ENSENADA
Fecha: 8 septiembre 1752
Juez subdelegado: Juan Reyero Coronel
Casas habitables: 10
Molinos harineros: 1
Fuente: Las cabeceras del Porma (Matías Díez Alonso y Olegario Rodríguez Cascos)
Catastro Marqués de la Ensenada. Archivo provincial de León