Viernes 5 NOVIEMBRE 2005
A finales del mes de junio viene San Pedro, la primer fiesta del valle; mitad fiesta y mitad feria, pues es cuando se compraban los aperos para la recolección de la hierba y del trigo: la horca y el horcón, la bienda y el rastrillo, la guadaña y el trillo, las cuerdas, sogas y sombreros. Y es que la cosecha de la hierba, que es la principal de la región, se acerca.
La gente ha estado muy encerrada por la nieve durante el invierno, y ahora toma la ocasión para salir y comprar lo que necesitan para el verano, y además aprovechaban los paisanos para comprar algo extraordinario para los chavales, que tenían por costumbre salir al camino para "pedir los perdones", que eran: cerezas, avellanas o cualquier golosina. Y como todas las costumbres de la Montaña, se había hecho una especie de obligación; los chicos se creian tener perfecto derecho a que las gentes que subían en su caballería de Boñar les dieran algo, "los perdones".
Y ¡¡ hay del que fuera roñoso o se desmandara en decirles algo fuerte!!
Ya iban los chavales preparados y llevaban en un trozo de caña del mango de una escoba, cerrado en tubo, unas moscas que llaman "perreras", y si alguno se hacía desagradable se acercaba disimuladamente uno de ellos, que estaría estrategicamente colocado, y soltaba las moscas al pobre burro, que comenzaba a dar coces y a correr como alma que lleva el diablo de las moscas que encima le habían echado. El dueño tiraba del ronzal, gritaba y maldecía, pero todo en vano, pues acabaría rodando por el camino.
¡¡Oh los perdones, uno de los recuerdos más imborrables de los chicos de la Montaña!!
Fuente: Historia de la M del Porma. P Casiano García
Ilustración: EL CANALON, entre Vegamián y Lodares, David González Valdés