De aquel bello pueblo
entre las llamargas
y aquel arroyuelo
y el puente y el río
donde había de todo
y no faltaba nada
hoy sumergido y lleno de lodo
ya no queda nada ...
De aquellos molinos
de arriba o Miñon
de abajo o del medio
como la canción
ya no ruge el agua
ya no muele nada
ya no sale harina
ya no queda nada ...
De mi Ayuntamiento
de piedra tallada
donde me inscribieron
cuando yo nací
y como me llamaba
cuando yo a este mundo
tranquila llegaba
ya no queda nada ...
De aquella Plaza
de luengos negrillos
donde los vecinos
hacían Concejos
reñidos y limpios
en las mañanas
de aquellos domingos
ya no queda nada ...
De aquel aceitero
que Andresín llamaban
que vendía de todo
y no se enfadaba
donde yo compraba
aceite y agujas
vinagre o mostaza
ya no queda nada ...
De aquel arroyo
que cruzaba el pueblo
donde contemplaba
las mariposas azules ó blancas
refrescaba el viento
dándome en la cara
placidez y aliento
ya no queda nada ...
De aquel claro río
donde los abuelos
pescaban las truchas
sin cañas ni anzuelos
y que las abuelas
freían o asaban
para degustarlas
ya no queda nada ...
De aquella fuente
que de los Corales
todos la llamaban
ya no se merienda
chorizo y tortilla
pues de aquellas gentes
que allí merendaban
ya no queda nada ...
De aquellos Junios
en aquella Ermita
donde San Antonio
El nos consagraba
para visitarle
quien le festejaba,
de aquella algazara
ya no queda nada ...
Pero el prado verde
Donde yo bailaba
y la bella vista
de mi fiel montaña
esos horizontes …
en placida calma
Susarón, La Vega
Forqueta o Pardomino
que salen al Alba
cual aquellos monjes
de nuestra Tebaida,
aquí permanecen
como la firmeza
de nuestra constancia.
Y hoy Vegamián
Utrero o Campillo
Lodares, Ferreras
o Camposolillo
aquí están presentes
como aquel antaño
en los corazones
de los que aquí estamos.
Autor: Sarita Álvarez Valladares