Amigos de la Montaña del Porma

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Domingo 30 de Marzo de 2008

EL CEMENTERIO DE LODARES.


 Marzo 2008  N Lagüeria

      Eran los años 1967-1968, cuando definitivamente fueron borrados del mapa los ocho pueblos desaparecidos bajo las aguas del Pantano de Vegamián, embalse del Porma como se acostumbra a llamar ahora. Todos ellos, excepción hecha de Camposolillo y Utrero, fueron demolidos en su totalidad, dejando en pie, nadie sabe la razón, dos casas en Lodares y la Iglesia de Ferreras, las tres sin otro fin conocido que dar cobijo al ganado vacuno que, en número importante, pastea por la zona en la época primavera-verano.

      El cementerio de Lodares estaba junto a su Iglesia, en la parte alta del pueblo y, aunque muy cerca, por encima de la cota de máxima de embalse, lo que significa que nunca le va a cubrir el agua. En él descansaban nuestros seres queridos fallecidos hasta aquellos años, y en él quedaron sin que existiese la más mínima cautela por parte de CHD para dejar protegido el lugar al resguardo de animales de toda especie, mientras obligaban a nuestros mayores a abandonar su pueblo y con ello todo lo que había formado parte de sus vidas hasta entonces, dejando allí, en aquellas condiciones, quizás lo que más les dolía, sus muertos, sin poder manifestar su desaprobación pues no era época de semejantes cosas.

      Los años fueron pasando y ya en los 80 se observó como comenzaban a aflorar a la superficie restos humanos, consecuencia del enorme trasiego de ganado que frecuentaba el lugar. Fue entonces cuando a través de la Asociación Amigos de la Montaña del Porma, se hicieron gestiones con la Confederación, lo que llevó a ésta última a intentar solucionar el problema, echando una losa de hormigón sobre parte, que no sobre la totalidad, de lo que había sido el antiguo cementerio. Ocurre que esa superficie hormigonada es la zona más cómoda que en los últimos años ha encontrado el ganado para sestear, y sus cuidadores para echarles de comer en invierno (ver foto) sin que nadie vigile ni prohíba que esto sea así. Al ser importante el número de reses de vacuno que transita por allí, la solera de hormigón se ha deteriorado en exceso, por lo que si no se toman medidas de inmediato, pronto veremos de nuevo restos por su entorno. Y como una imagen vale más que cien palabras, ahí quedan dos fotografías hechas en este mismo año, donde se observa claramente lo que manifiesto. Ante esto, no es difícil imaginar el dolor añadido que esta situación nos aporta a aquellos que tenemos allí a nuestro padre, a nuestra madre, a nuestros hijos, a nuestros abuelos…, a los que ni tan siquiera podemos honrar, como es común en este país el día de todos los Santos, cuando creyentes o no creyentes, cogen camino del cementerio para homenajear a sus muertos con flores, con cánticos, con oraciones, con silencios …, que esto cada uno lo puede hacer como quiera, pero nosotros no podemos ni acercarnos, pues nuestro “campo Santo”, nuestro cementerio, no es que esté cubierto por una losa de agua, es que está cubierto de toneladas de estiércol por culpa de un trato irresponsable de parte de quien sea, haciendo imposible el acceso si no es a riesgo de morir atollado en el intento.

      En unos tiempos que nuestros Gobernantes afirman que “el modelo constitucional de convivencia que disfrutamos, es el más fecundo que hayamos tenido nunca”, promulgando leyes a favor de las gentes que sufrieron consecuencias devastadoras en los años de la dictadura, no parece de recibo que por parte de quien corresponda, no se vigilen casos como este que llegan a herir la susceptibilidad de las personas, máxime cuando dar una solución al problema se me antoja supone unos costes irrisorios.

      Bien haría la Confederación Hidrográfica del Duero o a quien corresponda, en hacer un cerramiento adecuado al cementerio de Lodares para evitar definitivamente el problema planteado, dando así una “justa satisfacción” a unas gentes que sacrificaron tantas cosas que contribuyeron a acrecentar esta sociedad del bienestar.